Semana Santa

Tendríamos que remontarnos a finales del siglo XIX para conocer la auténtica historia de nuestra Semana Santa. Las fuentes más fidedignas de información custodiadas en nuestra parroquia, desaparecieron en una gran riada que sufrió nuestro pueblo y se llevó parte de nuestra historia. Cuentan nuestros mayores, entre ellos la escritora morilense por excelencia Doña Paula Contreras que, la Aldea de Zapateros, ya contaba con una iglesia y con unas imágenes que se procesionaban, pero dada su corta edad en esos tiempos, nos recuerda cuáles eran en concreto; pero sí que se trataba de unos Cristos, una Virgen y un grupo de Figuras Bíblicas.

Sus recuerdos se remontan al año 1912 cuando nace el municipio de “Los Moriles”. Por estas fechas, se celebraban sólo 2 días festivos: el Jueves y el Viernes Santo. El Jueves se realizaba el “Lavatorio de pies de los Apóstoles” en los Santos Oficios donde se escenificaba en la antigua plaza de las Acacias (Paseo) una escena bíblica ya desaparecida, “El Sacrificio de Abraham” y se mataba a un cordero. 

Se procesionaban a Nuestro Padre Jesús Preso y se le realizaba “El Prendimiento”. Esa noche de Jueves Santo permanecía la Centuria Romana toda la noche en la Iglesia haciendo guardias al “Detenido” en el Prendimiento. El Viernes Santo por la mañana nos cuentan que se procesionaba a Nuestro Padre Jesús Nazareno que realizaba su típica bendición y a una Virgen, que parece ser que era Nuestra Señora de los Dolores, aunque no la imagen actual. Se realizaba el Juicio a Jesús por los Sayones, que todos conocemos como el acto del “Pregón” y que una vez finalizado daba paso a otro acto, también desaparecido: “La Virgen intentaba llegar hasta su Hijo y los soldados romanos se lo impedían varias veces, con un cruce de lanzas”. Esa noche también permanecía la Iglesia abierta velando a Jesús que, por no existir el Santo Entierro, se exponía al Santísimo en su Custodia. Todos los hermanos cofrades y todo el pueblo acudían a la Iglesia para velarlo, las campanas redoblaban a duelo sin cesar, las mujeres vestían de luto y el Imperio Romano, con su capitán a la cabeza, realizaban cada 3 horas los oportunos cambios de guardia de los soldados romanos que custodiaban en la Iglesia el Cuerpo de Cristo. Recuerdan que era impresionante asistir a los cambios de guardia romana, ya que al no existir el sistema de alumbrado público en nuestras calles, caminaban con antorchas y en el silencio de la noche, sólo se podía ver su luz, oler a incienso y escuchar el redoble de su tambor para comunicar la llegada y relevo de vigilancia. Con posterioridad se haría lo mismo con el Santo Sepulcro, hasta perder este maravilloso acto que aún recuerdan nuestros mayores. No había casas de hermandad, ni comida, ni papeles, ni dinero; sólo el recaudado por los hermanos en procesión (que iban pidiendo una pequeña limosna para las necesidades del arreglo de los Pasos). 

Pero sí existía una gran Fe y devoción y lo poco que tenían en sus casas lo compartían entre todos, ya se tratara de enseres para el trono, flores, velas, una copa de nuestro vino, comida o los dulces típicos de nuestra Semana Santa. 

Vaya en primer lugar un sincero agradecimiento al recuerdo de todas aquellas personas que ya no existen, no están entre nosotros, sólo en nuestro corazón y nuestra memoria pero, que año tras año fueron haciendo de nuestra Semana Santa lo que hoy es. A ellas les debemos mucho pues nos dejaron un gran legado, nos enseñaron una forma de vivir, de hacer, de sentir y compartir la esperanza y la vida en Cristo en los últimos días de su Pasión. 

Desde la niñez, nos trasmitieron su amor y pasión por estas fiestas y el inevitable relevo generacional. Los pequeños imitaban el ejemplo de sus mayores en el Día de la Cruz, para que como dice el refrán “por nuestra parte no se nos cayera el Santo”. Había que continuar con la labor de hacerlo y cada vez mejor. 

Se siguieron sus ejemplos y, cuando la juventud de distintas generaciones entraban con su fuerza, se fueron creando nuevas hermandades tanto de Paso como de Figuras Bíblicas. En 1976 los jóvenes de distintas cofradías apoyan a la hermandad del “Resucitado” que atraviesa una crisis y santean al “Nene” como popularmente se le conoce a este Cristo, realizándose por primera vez el ya histórico “Cara a Cara”. Nos cuentan que este hecho fue su reacción al triste recuerdo de ver a “Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores y Blanca Paloma” salir sobre ruedas por falta de hombros que la portasen. Recuperan la salida de la desaparecida Corporación Bíblica de “Salomón” por ese año. Se incorporaron las mujeres a las distintas cofradías, incluso en los 90 se fundó una formada íntegramente por mujeres y llamada Corporación Bíblica de “Las Mujeres Bíblicas”.

Comenzaron a crearse Casas – Hermandad, cuya finalidad era favorecer la convivencia entre los distintos hermanos y hermanas y de esta forma, se creó la necesidad de fundar una Agrupación de Cofradías; importantísima para la organización de cultos y actos de nuestra semana mayor. 

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